MEDULA ESPINAL

médula espinal

La médula espinal es la continuación del encéfalo. Se trata de un conducto que comunica el encéfalo con el resto del cuerpo, comenzando en la región occipital y llegando hasta la zona lumbar.
Los impulsos nerviosos llegan a los nervios raquídeos a través de la médula espinal, que desarrolla dos grandes funciones: por un lado, los impulsos son transmitidos desde las extremidades, el cuello y el tronco hacia el cerebro, por otra parte, la respuesta del cerebro se envía a los órganos que deben desarrollar una cierta acción. Esto quiere decir que la médula espinal es vital para el control del movimiento e incluso para la puesta en marcha de los actos reflejos.
La médula espinal, cuyo tejido nervioso se desarrolla dentro del denominado conducto raquídeo, mide unos 45 centímetros y pesa cerca de 30 gramos. En su parte superior se encuentra adherida al bulbo raquídeo, mientras que su parte inferior se fija en la base del cóccix.
Si se observa el interior de la médula espinal de manera transversal, se puede detectar una sustancia gris (formada por neuronas y células gliales) que está rodeada por una sustancia blanca.
Los daños en la médula espinal pueden tener consecuencias gravísimas, desde la pérdida de sensibilidad y movimiento en los miembros, el cuello y el tronco hasta la falta de control de los esfínteres, pasando por otros trastornos.
Los mecanismos de protección que dispone la médula espinal son el líquido cefalorraquídeo, el espacio epidural, las vértebras y las meninges, que contribuyen a minimizar el riesgo de lesión de esta zona tan sensible.




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